Duelo entre nigromantes--Report Nico-Leve
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Duelo entre nigromantes--Report Nico-Leve
Las ruinas de Malifaux, sólo aquellos con las agallas suficientes se adentran en ellas, buscan fortuna entre viejas iglesias y fábricas abandonadas, suburbios olvidados hace mucho tiempo ya, en los que mora el peligro tras cada esquina... pero si uno tiene buen olfato puede encontrar más cosas además de la muerte, las ruinas de la extraña ciudad de Malifaux guardan muchos secretos, reliquias de incalculable valor para muchos de estos buscadores de tesoros...dinero,fama,poder, cada uno con su propia meta. Por encima de ellos, con aire altivo e inmisericorde se alza otro grupo, el de los nigromantes.
Nicodem, maestro entre todos ellos, piso la tierra estéril que inundaba las ruinas, metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y extraño un pequeño manuscrito -El sello de Aleph- según mi informador debería estar no muy lejos de aquí, es de vital importancia para nuestros fines que lo encontremos Mortimer.
-Lo que usté diga jefe-masculló su ayudante, cuyo aspecto podía alejar a las prostitutas menos escrupulosas de la ciudad-hagamos eso que dice y larguemonos.
No iban solos, dos aberraciones no muertas seguían el paso de los hombres, una de ellas un desdichado minero muerto por los derrumbes y ligado por siempre a la voluntad de su amo, la otra una antigua meretriz, cuyo desencajado rostro y cicatriz en la gargante la indicaban como una de las muchas posibles victimas de Seamus, el archiconocido asesino de la ciudad, y el criminal más buscado por las autoridades del Gremio.
El terreno daba un margen irregular de coberturas, unos pilares se disponían en el centro, mientras que la mayor parte de la estructuras de mayor tamaño quedaba en los extremos. Todavía resistian algunos muros bajos de la ciudad, por los que el liquen discurría con un extraño verdor.
-El hechicero se detuvo, su frío rostro cadavérico quedo perplejo mientras giraba su cabeza una y otra vez, sentía que alguien más merodeava por las ruinas, alguien quería arrebatarle su fuente de poder, no lo permitiría.-Mortimer, preparate para la la lucha, hay algún desgraciado por los alrededores.-Se aferró a la pared de un edificio para descansar y poder divisar mejor quien venía, ajusto sus lentes y pudo ver quien era... era imposible confundirse, el desalmado Leveticus, regente de un negocio en la ciudad y de quien las leyendas decían había muerto decenas de veces siempre para retornar a la vida con más vigor. Le seguía su fiel compañera Alyce, que parecía bajo el embrujo de su líder, y otra desdichada prostituta, con su vestido morado destrozado y mugriento. Era extraño no ver al grupo acompañados de algun can, ya que el viejo tenía predilección por ir acompañado siempre de alguno, aunque curiosamene nunca del mismo.
Un enfrentamiento en las ruinas no era nada fuera de lo común, ambos estaban preparados para afrontarlo, aunque el escaso número de ambos contingentes indicaba que no era su pensamiento inicial.
-¡Lárgate de aquí descastado, tu y tu estúpida niña llegais tarde!-la voz de Nicodem era gélida, carente del calor y fuerza de la voz de un humano. ¡Maldito viejo, esta zona es nuestra!-gruñó Mortimer.
Leveticus tomó la iniciativa. Abrio los ojos de par en par, un color verde destellante brilló en ellos, y una mujer aparecio a pocos metros de él, aunque llamarla mujer era quizás concederle demasiadas expectativas, no era más que una cáscara vacia, carente de la más mínima voluntad, y sólo destinada a servir a los extraños propósitos de su señor. Alzó su mano mecánica dando la orden de seguir adelante a sus secuaces, y les imbuyó de forma temporal algo de su poder con un par de diestros hechizos, giró su rostro hacia su compañera y asintió cerrando los ojos, la muchacha le dedicó una sonrisa triste tras la que levantó su pistola y disparó a su maestro en pleno pecho. El viejo cayó derrumbado al suelo y se desvaneció.
Nicodem no quería sonreir todavía, ¿como era posible que le hubiera traicionado su más fiel aliada? miró a su ayudante y supo que no le guardaba ni una cuarta parte de la lealtad que había entre Alyce y Leveticus.
La mujer invocada por el descastado comenzó a vibrar, y una luz interior comenzó a filtrarse por sus ojos y boca, era increiblemente brillante y de pronto, en un mero parpadeo el cuerpo reanimado de Leveticus se alzó de nuevo junto a ella, que desapareció y volvió a aparecer unos metros más cerca del centro del escenario en pugna.
-Maldito bastardo, te daré la verdadera muerte-rugió Nicodem, que alzando sus brazos y profiriendo oscuras palabras potenció a sus esbirros con mayor fuerza y dureza.-Acabad con todos ellos de inmediato, os lo ordeno. La prostituta fue la primera en avanzar, atrayendo al minero hacía ella, en una muesca bizarra del pasado.
Leveticus se acarició su cabello-Detesto el tránsito...-farfulló en un volumen casi inaudible. Avanzó a una velocidad sorprendente para su frágil apariencia y concentró sus artes en la prostituta rival, cuyo cuerpo se volatinizo mientras él continuaba realizando un extraño ritual que tras acabar, hizo aparecer a otra mujer vacia junto él.
Nicodem parecía, por primera vez en su larga vida, ligeramente aterrado, la facilidad para acabar con su esbirro había sido ridículamente fácil, el poder del extraño hombre era sin duda alguna enorme. Levantó su bastón, mientras que con u mano izquierda trazó un círculo en el aire a su alrededor, una espesa niebla comenzó a formarse, impidiendo ver a través de ella -No podrás acabar con nosotros si no puedes vernos estúpido. Apuntó su dedo índice hacía el cadáver de otra dama de la noche que Mortimer acababa de desenterrar y está se alzó con movimientos espasmóticos. El retorcido cadáver del minero plantó un extraño artefacto en mitad de los dos contendienes, no parecía muy seguro acercarse.
Leveticus, asintió, parecía que no podría usar sus mejores artes, pero todavía le quedaban cartas en la mano, ordeno a sus sirvientes vacias avanzar por los flancos, una de ellas protegidas por Alyce, mientras la otra por la prostituta muerta. -¡Será un placer acercarme para charlar mejor!-gritó. Avanzó firmemente hacia la niebla y extendió sus brazos al llegar todo lo dentro que pudo, un pulsó de desolación se sintió alrededor, y al pasar la onda todo el grupo de Nicodem parecía dañado, Leveticus volvía a caer una vez más, sólo para volver una vez más junto a una de las mujeres.
-Maldito...pagarás por esto indeseable-maldijó Nicodem
-Oh...desde luego, lo pago con cada uno de mis movimientos-replicó Leveticus desde la distancia-pero tu lo pagarás de una forma mucho más definitiva. Se lanzó directo hacia el líder rival, y le propinó un ataque con su vara mágica, Nicodem intentó esquivarlo pero toda una vida dedicada a la lectura e investigación no habían dejado mucho espacio para el ejercio físico, el golpe resultó letal y el nigromante cayó derrotado a los pies de la figura de Leveticus.
Otra explosión inundó el terreno a partir del cuerpo del anciano hechicero, derribando a todos salvo a Mortimer, que consiguió salir aunque maltrecho...la servicial Alyce se encargó de finalizar el combate, esta vez mágica sonrisa muy amplia en su rostro.
___
Un placer si has leido hasta aquí!, saludos.
Nicodem, maestro entre todos ellos, piso la tierra estéril que inundaba las ruinas, metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y extraño un pequeño manuscrito -El sello de Aleph- según mi informador debería estar no muy lejos de aquí, es de vital importancia para nuestros fines que lo encontremos Mortimer.
-Lo que usté diga jefe-masculló su ayudante, cuyo aspecto podía alejar a las prostitutas menos escrupulosas de la ciudad-hagamos eso que dice y larguemonos.
No iban solos, dos aberraciones no muertas seguían el paso de los hombres, una de ellas un desdichado minero muerto por los derrumbes y ligado por siempre a la voluntad de su amo, la otra una antigua meretriz, cuyo desencajado rostro y cicatriz en la gargante la indicaban como una de las muchas posibles victimas de Seamus, el archiconocido asesino de la ciudad, y el criminal más buscado por las autoridades del Gremio.
El terreno daba un margen irregular de coberturas, unos pilares se disponían en el centro, mientras que la mayor parte de la estructuras de mayor tamaño quedaba en los extremos. Todavía resistian algunos muros bajos de la ciudad, por los que el liquen discurría con un extraño verdor.
-El hechicero se detuvo, su frío rostro cadavérico quedo perplejo mientras giraba su cabeza una y otra vez, sentía que alguien más merodeava por las ruinas, alguien quería arrebatarle su fuente de poder, no lo permitiría.-Mortimer, preparate para la la lucha, hay algún desgraciado por los alrededores.-Se aferró a la pared de un edificio para descansar y poder divisar mejor quien venía, ajusto sus lentes y pudo ver quien era... era imposible confundirse, el desalmado Leveticus, regente de un negocio en la ciudad y de quien las leyendas decían había muerto decenas de veces siempre para retornar a la vida con más vigor. Le seguía su fiel compañera Alyce, que parecía bajo el embrujo de su líder, y otra desdichada prostituta, con su vestido morado destrozado y mugriento. Era extraño no ver al grupo acompañados de algun can, ya que el viejo tenía predilección por ir acompañado siempre de alguno, aunque curiosamene nunca del mismo.
Un enfrentamiento en las ruinas no era nada fuera de lo común, ambos estaban preparados para afrontarlo, aunque el escaso número de ambos contingentes indicaba que no era su pensamiento inicial.
-¡Lárgate de aquí descastado, tu y tu estúpida niña llegais tarde!-la voz de Nicodem era gélida, carente del calor y fuerza de la voz de un humano. ¡Maldito viejo, esta zona es nuestra!-gruñó Mortimer.
Leveticus tomó la iniciativa. Abrio los ojos de par en par, un color verde destellante brilló en ellos, y una mujer aparecio a pocos metros de él, aunque llamarla mujer era quizás concederle demasiadas expectativas, no era más que una cáscara vacia, carente de la más mínima voluntad, y sólo destinada a servir a los extraños propósitos de su señor. Alzó su mano mecánica dando la orden de seguir adelante a sus secuaces, y les imbuyó de forma temporal algo de su poder con un par de diestros hechizos, giró su rostro hacia su compañera y asintió cerrando los ojos, la muchacha le dedicó una sonrisa triste tras la que levantó su pistola y disparó a su maestro en pleno pecho. El viejo cayó derrumbado al suelo y se desvaneció.
Nicodem no quería sonreir todavía, ¿como era posible que le hubiera traicionado su más fiel aliada? miró a su ayudante y supo que no le guardaba ni una cuarta parte de la lealtad que había entre Alyce y Leveticus.
La mujer invocada por el descastado comenzó a vibrar, y una luz interior comenzó a filtrarse por sus ojos y boca, era increiblemente brillante y de pronto, en un mero parpadeo el cuerpo reanimado de Leveticus se alzó de nuevo junto a ella, que desapareció y volvió a aparecer unos metros más cerca del centro del escenario en pugna.
-Maldito bastardo, te daré la verdadera muerte-rugió Nicodem, que alzando sus brazos y profiriendo oscuras palabras potenció a sus esbirros con mayor fuerza y dureza.-Acabad con todos ellos de inmediato, os lo ordeno. La prostituta fue la primera en avanzar, atrayendo al minero hacía ella, en una muesca bizarra del pasado.
Leveticus se acarició su cabello-Detesto el tránsito...-farfulló en un volumen casi inaudible. Avanzó a una velocidad sorprendente para su frágil apariencia y concentró sus artes en la prostituta rival, cuyo cuerpo se volatinizo mientras él continuaba realizando un extraño ritual que tras acabar, hizo aparecer a otra mujer vacia junto él.
Nicodem parecía, por primera vez en su larga vida, ligeramente aterrado, la facilidad para acabar con su esbirro había sido ridículamente fácil, el poder del extraño hombre era sin duda alguna enorme. Levantó su bastón, mientras que con u mano izquierda trazó un círculo en el aire a su alrededor, una espesa niebla comenzó a formarse, impidiendo ver a través de ella -No podrás acabar con nosotros si no puedes vernos estúpido. Apuntó su dedo índice hacía el cadáver de otra dama de la noche que Mortimer acababa de desenterrar y está se alzó con movimientos espasmóticos. El retorcido cadáver del minero plantó un extraño artefacto en mitad de los dos contendienes, no parecía muy seguro acercarse.
Leveticus, asintió, parecía que no podría usar sus mejores artes, pero todavía le quedaban cartas en la mano, ordeno a sus sirvientes vacias avanzar por los flancos, una de ellas protegidas por Alyce, mientras la otra por la prostituta muerta. -¡Será un placer acercarme para charlar mejor!-gritó. Avanzó firmemente hacia la niebla y extendió sus brazos al llegar todo lo dentro que pudo, un pulsó de desolación se sintió alrededor, y al pasar la onda todo el grupo de Nicodem parecía dañado, Leveticus volvía a caer una vez más, sólo para volver una vez más junto a una de las mujeres.
-Maldito...pagarás por esto indeseable-maldijó Nicodem
-Oh...desde luego, lo pago con cada uno de mis movimientos-replicó Leveticus desde la distancia-pero tu lo pagarás de una forma mucho más definitiva. Se lanzó directo hacia el líder rival, y le propinó un ataque con su vara mágica, Nicodem intentó esquivarlo pero toda una vida dedicada a la lectura e investigación no habían dejado mucho espacio para el ejercio físico, el golpe resultó letal y el nigromante cayó derrotado a los pies de la figura de Leveticus.
Otra explosión inundó el terreno a partir del cuerpo del anciano hechicero, derribando a todos salvo a Mortimer, que consiguió salir aunque maltrecho...la servicial Alyce se encargó de finalizar el combate, esta vez mágica sonrisa muy amplia en su rostro.
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Un placer si has leido hasta aquí!, saludos.
Druso- Barbie
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Localización : Alicante
coronel_oneill- Barriguitas
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Re: Duelo entre nigromantes--Report Nico-Leve
Muy bueno el reportaje, mola mas en modo anrrativo que lo tipico de turno 1, turno 2, etc
Pústula- Barriguitas
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Re: Duelo entre nigromantes--Report Nico-Leve
Duelo de abueletes... al parecer tremendamente aficionados a ir de putas!!!
Re: Duelo entre nigromantes--Report Nico-Leve
Gracias por los comentarios, y si Sezar, parece que las putillas tienen algún tipo de sortilegio con los señores estos y consiguen levantarles algo más que el ánimo. Aunque bueno, realmente el pobre Leve esá enamoraico de Alyce.
Druso- Barbie
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Localización : Alicante
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